Mantengamos nuestro planeta en mente: reflexiones sobre la crisis climática y su impacto en la salud mental para Latinoamérica.

 

Aunque provenientes de distintos países (Colombia y Chile), ambas co-autoras hemos observado cómo los efectos del cambio climático, -que antes eran predicciones y avisos de alarma-, son hoy una dolorosa realidad, especialmente para las poblaciones más vulnerables de nuestro continente. Conocer los hallazgos de investigaciones desarrolladas en su mayoría en el norte global y reflexionar acerca del agudizado impacto del cambio climático en contextos de vulnerabilidad y su relación con la salud mental y el bienestar, nos ha permitido evaluar estas relaciones desde un enfoque interseccional que antes no considerábamos. Nos  planteamos ahora la siguiente pregunta: ¿cómo es posible releer esta evidencia desde y para Latinoamérica?

El pasado 30 de marzo, se presentó el primer webinario de la serie “Mantengamos nuestro planeta en mente” (Keeping our planet in mind) organizada por el Centro en Cambio Climático y Salud Planetaria de la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM) y el Centro para la Salud Mental Global una colaboración entre LSHTM y King’s College London (KCL). Este evento expuso los efectos directos e indirectos del cambio climático en la salud mental, así como prácticas en investigación desde una mirada de justicia epistémica. Con este enfoque, se analizaron críticamente las brechas entre el norte y el sur global en materia de investigación. También se discutió la necesaria participación de diferentes sectores en la gestión de soluciones para atender la crisis climática. Cada exposición resonó temas pendientes en la agenda Latinoamericana que creemos son necesarios situar en nuestro continente.

De acuerdo con Fiona Charlson, de la Universidad de Queensland, Australia, existe amplia evidencia en países de altos ingresos sobre el impacto del cambio climático en la salud mental. Esto ocurre a través de un complejo sistema multifactorial que involucra asociaciones directas e indirectas entre los efectos del cambio climático y la salud mental. Los mecanismos directos incluyen la exposición a desastres como los incendios forestales e inundaciones, que se asocian con un mayor riesgo de estrés postraumático, angustia psicosocial, y trastornos de ansiedad y depresión. En Latinoamérica existe escasa investigación en este tema. Sin embargo, Elaine Flores, investigadora de LSHTM, ha explorado la asociación entre los efectos  del fenómeno del Niño con experiencias de retraumatización, angustia, desesperanza y pérdida de confianza en las autoridades, y la falta de resiliencia en la costa norte Peruana.

Los mecanismos indirectos operan a través de determinantes sociales, políticos, económicos y ecológicos de la salud. El cambio climático amplifica las amenazas de determinantes como la inseguridad alimentaria, el desempleo, la violencia, enfermedades transmisibles y no transmisibles, en países más pobres, quienes viven los efectos más devastadores de la crisis climática. El contexto de Latinoamérica, una región históricamente vulnerable, con una historia colonial y de racismo estructural sistémico, conlleva una condición de especial desventaja para enfrentar esta crisis a niños, jóvenes, mujeres, grupos étnicos y comunidades indígenas, entre otras minorías.

Garret Barnwell de la Universidad de Johannesburg, Sudáfrica, expuso un marco de análisis crítico de esta intersección con un enfoque de justicia climática. Este permite entender cómo la reproducción de la lógica colonial, que fundamenta el progreso en detrimento de la naturaleza y la explotación de recursos del sur global, genera profundas consecuencias para la salud planetaria y sus habitantes, con una injusta distribución de riquezas y desequilibrios estructurales. El desbalance en la relación global de riesgo-responsabilidad, resalta que mientras los países más ricos a nivel mundial son los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, los países más pobres y vulnerables son los más expuestos a las consecuencias negativas de esta crisis.

Desafortunadamente, esta lógica colonial extractivista se ha replicado al interior de nuestros países, donde la riqueza se acumula en un pequeño grupo de personas y son las comunidades circundantes a las zonas de extracción de recursos quienes se encuentran en posición más vulnerable a las consecuencias del cambio climático.

La existencia de los pueblos indígenas ha sido violentamente amenazada. Las deforestaciones en Colombia, Brasil y Chile, han generado desplazamientos forzados y un profundo impacto en la identidad cultural y el bienestar de estas comunidades, que históricamente han sido cuidadoras y guardianas de la tierra, y hoy son asesinadas por defenderla. Efectos como la sequía prolongada, los cambios en las condiciones climáticas estacionales y las lluvias intensas, amenazan la soberanía alimentaria y la sustentabilidad económica de poblaciones campesinas. Este contexto puede relacionarse al aumento en las tasas de incidencia de trastornos ansiosos, depresivos e intentos de suicido en estas comunidades.

Así lo expresa Jennifer Uchendu, una joven activista y fundadora de SustyVibes en Nigeria, quien narró cómo la lucha cotidiana por generar conciencia y esperanza ha impactado su salud mental. Su experiencia es inspiradora, pero es también un fuerte llamado a la acción desde el activismo para atender las necesidades de jóvenes y poblaciones específicas, comprendiendo el sufrimiento como un impacto del cambio climático. Es también un llamado a repensar los sistemas de salud desde la adaptación, la resiliencia y el trabajo comunitario. En este sentido, Emma Lawrance del Imperial College, nos invita a pensar cómo construir aquello en comunidad, desde la premisa: si tenemos causas comunes, podemos contar con soluciones comunes. Así, dimensiones de la vida comunitaria, como la conexión con nosotros mismos, con otros y con la naturaleza, los valores prosociales, un consumo consciente, y la experiencia de comunidades integradas, son cambios que podemos generar desde la acción individual y colectiva.

Finalmente, este evento también nos alentó a generar nuevas respuestas desde la academia. Como señaló Alessandro Massazza, de Wellcome Trust e investigador en LSHTM, las metodologías de investigación necesitan comprender los mecanismos subyacentes del impacto de esta crisis climática y los efectos específicos en la salud mental poblacional. Es fundamental comprender estos mecanismos desde la justicia climática en investigación, reconociendo cómo los desbalances de poder, la explotación histórica, la discriminación sistémica racial y la privación de los derechos de clase, siguen profundizando aquellos determinantes sociales que median el impacto del cambio climático. Creemos que la investigación académica en Latinoamérica debe incorporar a las comunidades que han sido históricamente excluidas y que hoy se encuentran en aún mayor riesgo. Para esto, debemos distanciarnos del extractivismo en la generación de conocimiento, desarrollando prácticas investigativas que promuevan la transformación y la justicia social, así como la participación de actores clave y el fortalecimiento de las comunidades.


 

Referencia

Flores Ramos, E. C. (2020). Mental health and resilience-promoting strategies associated with El Niño Southern Oscillation (ENSO) in the north coast of Peru. Ph.D. Thesis. London School of Hygiene & Tropical Medicine. Available at: https://researchonline.lshtm.ac.uk/id/eprint/4657742/

Nota:

La grabación del webinar la puede encontrar aquí. https://lshtm.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Viewer.aspx?id=d115ce83-2f31-4fdb-a52d-ae6a00d1bcbb 





 
Region: 
Central America and the Caribbean
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